La obesidad como factor de riesgo de la enfermedad de Alzheimer

No hemos salido del COVID y ya nos hablan de futuras pandemias olvidándose de dos que son ya una realidad: el alzhéimer y la obesidad

En la entrada anterior del blog, explicábamos que existen una serie de factores de riesgo directamente relacionados con la probabilidad de desarrollar la enfermedad de Alzheimer. A algunos de ellos, como la obesidad, los denominamos modificables precisamente por poder intervenir sobre ellos en favor de una potencial disminución del riesgo de desarrollar alzhéimer.

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Alzhéimer y obesidad, como pandemias detectables y detectadas

Por primera vez, según la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en el mundo hay más personas con obesidad que gente que pasa hambre.

Centrándonos en nuestro país, un estudio publicado en 2011 describe que el sobrepeso afectaba al 34,2% de la población mientras que la obesidad alcanzaba al 13,6% (aproximadamente uno de cada 10 españoles).

Población afectada en números absolutos
Sobrepeso (dato sobre población española en 2011)* 16.011.043
Obesidad(dato sobre población española en 2011)* 6.366.964
Alzheimer (estimación para 2018)** >700.000

*según el Instituto Nacional de Estadística (INE)

Es importante subrayar que, al igual que sucede con la enfermedad de Alzheimer, las proyecciones en obesidad nos hablan de una tendencia al alza pues, en el año 2030, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) estima que uno de cada 5 españoles será obeso (21% de la población).

A ello, junto a otros factores, contribuirá de forma decisiva la obesidad infantil que, según cifras de la Fundación Gasol y solo en nuestro país, alcanza a un 14,2% de la población infanto-juvenil (llegando al 24,5% si hablamos de obesidad abdominal).

Para entender la verdadera magnitud de estos datos, es preciso recordar que en las últimas dos décadas y solo en esta población, los casos han crecido un 1,6% si nos referimos a obesidad infantil y en un 8,3% en obesidad abdominal.

Y es que, tal y como ha sucedido con la pirámide de población y el envejecimiento de nuestra sociedad (la población española mayor de 65 años supondría el 26,5% del total en el año 2035), a la obesidad y a la enfermedad de Alzheimer hace tiempo que se les ve venir, pero aquí están.

¿Sabemos cuándo una persona está obesa o tiene sobrepeso?

Tener un exceso de peso no se determina desde una perspectiva estética ni por la simple percepción de un cambio físico asociado a una ganancia de kilos.

La obesidad, y el sobrepeso (como antesala de la primera), se determinan y cuantifican a través del denominado Índice de Masa Corporal (IMC).

Cómo se calcula el IMC
El IMC es el número que resulta de dividir nuestro peso en kg entre el cuadrado de lo que medimos (en metros)

Así, si una persona pesa 95 kilos y mide 1,73, su Índice de Masa Corporal será:

95 dividido entre el número resultante de multiplicar 1,73*1,73= 27,45

Si el lector quiere calcular su IMC, la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO) ofrece en su página web, una calculadora que se lo mostrará una vez indique cuáles son tu peso y altura actuales separando los decimales en esta última con un punto (no con una coma).

Para llevar a cabo la interpretación del número obtenido, la propia página ofrece unas tablas que indican que un IMC de 27,45 (volvemos al ejemplo) corresponde a una persona que está en situación de sobrepeso de grado II o pre-obesidad.

Pero este no es el primer escalón fuera de la normalidad.

Así, a partir de un valor de 25, el valor que tome nuestro IMC, nos indicará cuánto de lejos estaríamos de nuestro peso ideal. Así, hacernos conscientes de nuestro IMC puede ser un excelente punto de partida para afrontar, con sus indicaciones y el apoyo de un nutricionista, un programa de pérdida de peso que reconduzca el IMC hacia los niveles más adecuados a cada persona.

Nota importante

El IMC debe ser valorado por el médico de cabecera en el contexto de las circunstancias de cada persona, incluyendo entre otras cosas la edad y enfermedades existentes.

Self made man de Víctor Hugo Yáñez
Self made man de Víctor Hugo Yáñez (https://escultores.com.mx/)

¿Tenemos una mayor probabilidad de desarrollar la enfermedad de Alzheimer si hemos sido obesos?

Para responder a esta pregunta existen las denominadas medidas de asociación entre el factor de exposición (estar o no obeso) y la enfermedad (alzhéimer). A través de ellas, podremos saber dos cosas:

  1. Si ese factor de exposición es en realidad un factor de riesgo porque incrementa la probabilidad de desarrollar la enfermedad
  2. En caso de serlo, cuánto incrementaría dicha probabilidad.

Vamos paso a paso.

Paso 1

La primera mención que quiero hacer sobre la asociación entre la obesidad y la enfermedad de Alzheimer es del año 2009, fecha en la que se publica el estudio sueco de Hassing y sus colaboradores.

No es el primer estudio sobre el tema ni el más potente, pero sirve para ir centrando el tema.

Población del estudio y seguimiento
1.152 participantes sin demencia cuya evolución se sigue durante 40 años
Edad comprendida entre 45-65 años cuando entran en el estudio

En él, se recogieron diferentes datos incluyendo la existencia o no de factores de riesgo cardiovascular modificables* (IMC, tensión arterial, si fuman, …).

Durante el seguimiento, 392 participantes (aproximadamente uno de cada 3) desarrollaron algún tipo de demencia (no solo alzhéimer).

¿A qué conclusión llegaron tras analizar todos los datos?

Tener sobrepeso a mediana edad incrementa el riesgo de desarrollar una demencia y que esto sucede de forma similar en hombres y en mujeres.

Esto se sabía, pero con matices.

Tradicionalmente, se ha venido argumentando que la asociación entre la obesidad y un mayor riesgo de desarrollar demencia era debida a terceros (hipertensión, diabetes mellitus y/o sufrir un ictus), todas ellas enfermedades frecuentemente descritas en pacientes con sobrepeso u obesidad. Por ello, se entendía que el mayor riesgo de desarrollar demencia a partir del sobrepeso era debido a estas otras enfermedades.

¿Dónde reside la novedad de este estudio?

Hassing y sus colaboradores demostraron, coincidiendo con los resultados de otros estudios, que el sobrepeso se comporta como un factor de riesgo por sí mismo sin necesidad de terceros.

Y, además, aumenta la probabilidad de otras enfermedades también relacionadas con un mayor riesgo de demencia.

Paso 2

Aumentamos ahora muy considerablemente el número de individuos en estudio.

La segunda publicación de la que quiero hablar ve la luz nueve años más tarde que la anterior, en 2018.Es la publicada por Kivimäki y cols.

Población del estudio y seguimiento
1.349.857 participantes sin ningún tipo de demencia al inicio del estudio

Estos participantes provienen de 39 estudios diferentes que fueron llevados a cabo en Europa, Estados Unidos y Asia.

A todos ellos se les había medido el IMC al principio del estudio. Durante el seguimiento, 6.894 desarrollaron demencia (5 de cada 1.000).

¿Y qué nos dicen los resultados de este mega-análisis?

Por una parte, corroboran los resultados del estudio anterior estableciendo un efecto directo y causal entre IMC y el riesgo de demencia a largo plazo, estableciendo que este riesgo es mayor cuanto más alto sea el IMC que tengamos 20 años antes del diagnóstico del cuadro de demencia (es decir, cuando somos de mediana edad).

Además, en comparación con individuos de mediana edad con un IMC normal (18,5-24,9), determinaron cuánto se incrementa la velocidad de aparición de la demencia según el nivel de IMC. Para ello calcularon un parámetro denominado Hazard Ratio (HR) para cada aumento de 5 kg/m2 en el IMC y lo convirtieron en un nuevo parámetro denominado Elasticidad (Elasticidad= 100/HR):

Pacientes con HR Elasticidad
Sobrepeso 1,16 86,20
Obesidad 2.32 43,10

¿Cómo interpretamos la elasticidad? En este caso, como el número (una vez lo hemos dividido entre 100) por el que se multiplicaría el tiempo teórico hasta que se desarrolle la demencia.

Valga este ejercicio teórico para entender mejor estos conceptos (teórico porque la medicina no son matemáticas y en la demencia influyen muchos otros factores, así que el lector debe entender este ejemplo como un pequeño juego dirigido a facilitar la comprensión de los términos):

Si en un individuo sano de 40 años con normopeso el tiempo de vida sin tener demencia fuera de 30 años, en ese mismo individuo este tiempo pasaría a ser de:

  • 25,8 años (30*0,86) si tuviera sobrepeso
  • 12,9 años (30*0,43) si fuera obeso

siendo este incremento robusto, pues es independiente de la edad, el sexo y raza, y se mantiene cuando se aísla la influencia de otros factores relacionados con la aparición de demencia (como el estatus socio-económico, el hábito de fumar o la existencia de enfermedades cardiovasculares al inicio del estudio).

Finalmente, añaden algo más.

En las primeras fases del trastorno cognitivo. la relación entre la demencia y el peso es exactamente la inversa a la que venimos describiendo siendo la propia demencia la que provoca, en sus inicios más tempranos, pérdida de peso.

Y cómo es que la obesidad/sobrepeso actúan por sí solos sobre el cerebro

Tal y como se mencionó en la entrada anterior del blog, durante la enfermedad de Alzheimer tienen lugar una serie de cambios en el cerebro de las personas afectadas que alteran su estructura.

Habiendo dejado clara la asociación cualitativa y cuantitativa en términos de riesgo entre el IMC y la enfermedad de Alzheimer termino revisando cuestiones como:

  1. Qué alteraciones estructurales y neurológicas se producen en el cerebro a consecuencia de la obesidad
  2. Si estas alteraciones guardan alguna similitud con lo que sucede en las personas que desarrollan un deterioro cognitivo y/o demencia por enfermedad de Alzheimer
  3. Identificar de qué modo podemos contribuir a cuidar nuestra salud a partir de todo lo aprendido.

Vamos ahora a un artículo publicado este mismo mes de enero de 2021.

El objetivo de este estudio era clarificar la relación existente entre la obesidad y el análisis conjunto de tres cambios identificables en el cerebro por resonancia nuclear magnética:

  • el volumen de la sustancia gris del cerebro
  • la integridad de la sustancia blanca (que está por debajo de la corteza cerebral) y
  • el flujo sanguíneo cerebral.

Para llevarlo a cabo, se incluyeron 172 participantes:

  1. 47 de ellos con un diagnóstico de demencia por enfermedad de Alzheimer y un IMC medio de 24,82 (normal, muy próximo al límite de 25 que corresponde a sobrepeso).
  2. 68 con deterioro cognitivo leve (estado que precede a la demencia) y un IMC medio de 26,76 (correspondiente al grado I de sobrepeso).
  3. 57 sin alteraciones cognitivas y un IMC medio de 27,54 (correspondiente igualmente al grado I de sobrepeso).

Y los resultados fueron los siguientes:

  1. En los participantes que estaban cognitivamente sanos y en los que tenían un deterioro cognitivo leve, se observó que los IMC más altos fuera del rango normal provocaron un deterioro en la estructura cerebral y enel flujo sanguíneo.
  2. Por el contrario, en los participantes que tenían enfermedad de Alzheimer, los IMC más altos dentro del rango normal se vincularon a una mayor conservación de la sustancia gris.

Conclusión final

El sobrepeso y la obesidad son enfermedades cada vez más extendidas en el mundo y en nuestro país, y pueden contribuir de forma muy relevante a incrementar la población afectada por la enfermedad de Alzheimer.

Prevenir la obesidad infantil con la instauración de una cultura culinaria y nutricional saludable en los más pequeños es contribuir a fomentar una sociedad más sana.

El IMC es un excelente punto de partida si queremos adoptar conductas saludables relacionadas con nuestro peso de la mano de nuestro médico y de un nutricionista.

Mantener un peso saludable y un mejor hábito nutricional a mediana edad podría ayudar a preservar la estructura del cerebro, aliviando parte de la susceptibilidad neurológica causada por las reducciones de masa corporal que se observan en etapas posteriores de la enfermedad, e incluso mitigar la progresión de la enfermedad.

Fuentes de información

  1. OECD. Obesity update 2017. Disponible en: https://www.redaccionmedica.com/contenido/images/Obesity-Update-2017.pdf
  2. Rodríguez-Rodríguez E., López-Plaza B., López-Sobaler A. M.ª, Ortega R. M.ª. Prevalencia de sobrepeso y obesidad en adultos españoles. Nutr. Hosp. [Internet]. 2011 Abr [citado 2021 Ene 31] ; 26( 2 ): 355-363. Disponible en: http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0212-16112011000200017
  3. Gómez SF, Lorenzo L, Ribes C, Homs C. Resultados principales del estudio PASOS 2019 sobre la actividad física, los estilos de vida y la obesidad de la población española de 8 a 16 años. Gasol Foundation. Nov. 2019. Disponible en: https://www.gasolfoundation.org
  4. Hassing LB, Dahl AK, Thorvaldsson V, Berg S, Gatz M, Pedersen NL, et al. Overweight in midlife and risk of dementia: a 40-year follow-up study. Int J Obes (Lond). 2009;33(8):893-8. Disponible en: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3025291/pdf/nihms265089.pdf
  5. Kivimäki M, Luukkonen R, Batty GD, Ferrie JE, Pentti J, Nyberg ST, et al. Body mass index and risk of dementia: Analysis of individual-level data from 1.3 million individuals. Alzheimers Dement. 2018;14(5):601-9. Disponible en: https://alz-journals.onlinelibrary.wiley.com/doi/epdf/10.1016/j.jalz.2017.09.016
  6. Dake MD, De Marco M, Blackburn DJ, Wilkinson ID, Remes A, Liu Y, et al. Obesity and Brain Vulnerability in Normal and Abnormal Aging: A Multimodal MRI Study. Journal of Alzheimer's Disease Reports. 2021;5:65-77.Disponible en: https://europepmc.org/backend/ptpmcrender.fcgi?accid=PMC7903016&blobtype=pdf
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